Quiero recordar esos momentos en que estabas a punto de entregar tu vida por la humanidad. Dios amado, tus lágrimas de amor aun nos mojan y nos lavan. Te diste entero por nosotros, para rescatarnos del pecado y de las manos de nuestro enemigo. Ahora somos libres por tus llagas y nos has regalado un pedacito de cielo dónde quiera que vayamos. Estás dentro de nosotros y somos los encargados de llevar tu Presencia a un mundo hostil, lleno de odio y de maldad. Cuando oraste por nosotros pediste que fuésemos guardados para que el maligno no nos tocara.
Padre, ayúdanos a comprender que nadie nos puede hace daño y que nos hiciste libres por la sangre que derramaste en la cruz del calvario. Dios amado, tu amor es tan grande que no alcanzamos a comprenderlo con esta mente finita, pero sabemos que todas las cosas ayudan a bien a tus hijos.
Hay momentos en que todo se ve oscuro, que pareciera que vamos nadando en contra de la corriente, pero amado Dios, al pasar los momentos de crisis, nos damos cuenta con alegría que hemos madurado un poco más y que te conocemos mas íntimamente. Nos abrazamos a tus pies, besamos las huellas por donde nos guías porque sin ti no somos nada.
Padre, gracias por morir por nosotros en la cruz. Esa muerte tan cruenta nos ha dado la entrada a tu reino maravilloso. Calles de oro, mar de cristal, flores con aromas maravillosos. Hemos encontrado el tesoro, ahora somos ricos, inmensamente ricos porque te tenemos a ti Rey de gloria.
Si antes lloraba por mis faltas, ahora agradezco que me perdones cada día y por la paz tan grande que me entregas. Eres mi amado, mi motivo para existir. Que se abran los cielos, que los ángeles desciendan para que todos juntos adoremos tu Santo Nombre. Que los niños corran y salten, que los animales brinquen de gozo, que las estrellas dancen en el firmamento, que el sol y la luna sonrían a mirarnos, porque estamos alabando al Rey de reyes y Señor de Señores.